Notas del programa: Sasha Cooke con los músicos del Festival

miércoles, 9 de agosto de 2023 , 18:30 HORAS

Johannes Brahms: Dos canciones para voz, viola y piano, Op. 91

Ernest Chausson: Chanson perpétuelle (Canción perpetua), Op. 37

Hector Berlioz: Les nuits d'été [Las noches de verano], Op. 7

Nota: en el concierto se distribuirán los textos y traducciones de las siguientes obras.

Dos canciones para contralto, viola y piano, Op. 91

Johannes Brahms (1833-1897)

Compuesto: 1863-1864 y 1884
Duración: c. 13 minutos
Instrumentación: Voz de contralto, viola y piano

Brahms escribió más de 200 canciones a lo largo de su vida, pero las dos de la Op. 91 son las únicas que compuso para voz, piano y otro instrumento. Ambas fueron escritas para sus buenos amigos, el violinista y violista Joseph Joachim, y su esposa Amalie Weiss, que era contralto. Las obras fueron escritas probablemente para que las interpretaran los tres, con Brahms al piano. Ambas canciones exploran la estrecha relación entre la parte de la voz baja y la profundidad del timbre de la viola. Con texto de Emanuel Geibel, Brahms presentó Geistliches Wiegenlied (Canción de cuna sagrada) con motivo de la boda de sus amigos. Brahms escribió una vez: "Sólo una cosa en la tierra es mejor y más bella que una esposa: una madre". Este sentimiento encuentra eco musical en su cuidadoso tratamiento del texto de Geibel. Haciendo hincapié en el amor maternal de María por su hijo, Brahms transmite su profunda comprensión de sus necesidades y su compromiso de protegerlo. La composición comienza con una melodía para viola tomada del villancico navideño del siglo XIV "José querido, José mío", en el que María suplica a José que le ayude a mecer al niño Jesús hasta que se duerma. Esta melodía reaparece en la viola a lo largo de la canción.

Gestillte Sehnsucht (Anhelo sosegado), fue escrito más de 20 años después y publicado como un gesto para animar a Joseph y Amalie a reconciliarse tras su separación. El texto de Friedrich Rückert utiliza el viento como metáfora, aunque aquí se une al canto de los pájaros para arrullar suavemente al mundo, una nana natural unida a la nana humana de María. Tras una descripción del apacible crepúsculo en el bosque en la primera estrofa, la segunda se agita con pasiones que anhelan ser calmadas. La tercera estrofa vuelve al suave vaivén de la primera. Eric Sams, estudioso de Brahms, señala que "la viola es la voz melosa del propio otoño, que canta al cálido sol o a los fríos vientos.... Jamás se habían escuchado en la música sonidos más ricos de la puesta de sol".

Chanson perpétuelle (Canción perpetua), Op. 37

Ernest Chausson (1855-1899)

Compuesto: 1898
Duración: unos 7 minutos
Instrumentación: Voz, 2 violines, viola, violonchelo y piano

Aunque creció rodeado de arte, literatura y música, Chausson no se dedicó a la composición hasta los veinte años, tras licenciarse en Derecho. Su producción, relativamente escasa, abarca muchos géneros, pero las canciones ocuparon un lugar destacado a lo largo de su vida, en consonancia con su don para escribir melodías exuberantes.

Chanson perpétuelle es la última obra que Chausson completó en sus 21 años de carrera como compositor (truncada por un extraño accidente de bicicleta). Escrita originalmente para voz y piano, Chausson no tardó en adaptar el poema doloroso de Charles Cros para orquesta y, finalmente, para quinteto de piano. La inquietante canción proyecta dos estados de ánimo contrastados: uno sombrío y melancólico cuando la cantante reflexiona sobre su amante desaparecido y su corazón roto, y el otro brillante, emocionado y luego tierno para acompañar su recuerdo del tiempo que pasó con él. En la parte final de la canción, estos dos estados de ánimo se alternan en una transición rápida, como si la amarga tristeza de la cantante la hubiera llevado a una yuxtaposición emocional de amor y muerte, sacrificándose a los caprichos de la naturaleza, que a su vez viene a representar a su amante perdido.

Les nuits d'été [Las noches de verano], Op. 7

Hector Berlioz (1803-1869)

Compuesto: 1841
Duración: c. 31 minutos
Instrumentación: Voz y piano

A diferencia de Brahms (y de Chausson, por cierto), Berlioz no era un compositor centrado en miniaturas para representar una determinada idea o sentimiento o ideal, sino que aprovechaba cualquier oportunidad para encontrar dramatismo en la música que componía y aplicar ese sentido dramático al contexto musical concreto en el que trabajaba. Quizá no sorprenda que nunca compusiera para piano solo (tan asociado a contemporáneos como Schumann y Chopin) ni para conjuntos de cámara íntimos (como Schubert y Brahms). Lo que sí compuso, además de su música sinfónica, fue música vocal, incluidas cinco óperas, numerosas obras corales dramáticas y docenas de canciones, precursoras de la edad de oro de la mélodie en Francia que llegaría en las décadas siguientes.

Les nuits d'été es una composición de seis poemas del poeta romántico francés Théophile Gautier, amigo de Berlioz. Al componerlos para piano y voz en 1941, Berlioz no los concibió como un ciclo, sino como composiciones separadas. En 1856, sin embargo, ya había orquestado las seis, y las publicó como un conjunto con su propio título, Les nuits d'été (Las noches de verano). No obstante, existe una coherencia temática y musical entre las canciones, cuyos textos proceden todos del volumen de Gautier La comédie de la mort (La comedia de la muerte). Cada una de las canciones gira en torno al amor y, sobre todo, a la pérdida. La brillante energía de la primaveral "Villanelle" da paso al lamento sorprendentemente alegre de una rosa muerta ("Le spectre de la rose"), agradecida por haber sido arrancada por la encantadora chica dormida que la había prendido a su vestido la noche anterior. El lamento del marinero en "Sur les legunes" es más oscuro, ya que expresa su amargura por la muerte de su amor. En "Absence", la cantante se debate entre el ensueño y la pasión, añorando a un amante lejano. La música, la memoria y el dolor de la pérdida se funden en la lastimera "Au cimetière". Y con "L'ile inconnue", el conjunto concluye con otra canción marinera, en la que el marinero defrauda las esperanzas del amante que anhela encontrar una tierra donde el amor dure para siempre.

Lo que hay que escuchar

  • Al final de "Le spectre de la rose", observen el cuidado con el que Berlioz establece las palabras de la rosa declarando su propio epitafio, "Aquí yace una rosa/de la que todos los reyes estarán celosos", en un bajo sotto voce acompañado por un solo clarinete.
  • "Sur les legunes" se desarrolla en un cadencioso compás de 6/8, típico de las barcarolas, tradicionalmente asociadas a las suaves olas por las que navegan los gondoleros venecianos. Los balanceantes ritmos marinos regresan en la última canción del conjunto "L'ile inconnue".
  • Al final de "Au cimetière", escuche el si bemol obstinadamente disonante e inquietante del clarinete contra el acorde de re mayor, que sugiere el inquietante recuerdo del amante muerto.

Notas del programa escritopor Jon Kochavi