Notas al programa de la Magnum Opus de Brahms

Sábado, 15 de agosto de 2020 , 18:30

Brahms: Quinteto para piano en fa menor, Op. 34

Johannes Brahms (1833-1897)

Quinteto para piano en fa menor, Op. 34 (1862-64)

En una carta de 1865 a Brahms, el violinista húngaro y amigo de toda la vida, Joseph Joachim, escribe que el quinteto en fa menor es una "obra maestra de la música de cámara, como no hemos visto desde el año 1828". Ese fue el año de la muerte de Schubert y, de hecho, Brahms pudo haberse inspirado en su predecesor vienés al componer su quinteto. Aunque la partitura original del quinteto de cuerda no puede evitar evocar el magnífico quinteto de cuerda en do mayor de Schubert, una influencia aún mayor -señalada por Charles Rosen- puede haber sido el Gran Dúo para dos pianos de Schubert, que Brahms había estado estudiando en la época en que compuso su quinteto para piano. Los últimos movimientos de estas dos obras en particular parecen estar estrechamente alineados: emplean melodías similares y utilizan una métrica, estructura de frases, figuras de acompañamiento y síncopas comunes. Como gran admirador de Schubert, Brahms sólo podía sentirse halagado por tales comparaciones, pero al final, el quinteto para piano es únicamente brahmsiano en su amplia concepción de la melodía, su vitalidad rítmica y su innovador uso de la forma.

El primer movimiento, de gran riqueza melódica, se construye a partir de una serie de temas distintivos y contrastantes, expuestos de forma compacta en la exposición. El genio de Brahms consiste en que la música nunca parece un mosaico; los temas surgen de forma natural uno a partir del siguiente -de misterioso a tormentoso a desgarradoramente expresivo- a pesar del uso económico del material de transición. Las melodías se revisan y reorganizan en la sección de desarrollo, sorprendentemente discreta, y la innovadora coda es una expansión magistral de los ocho primeros compases de la pieza.

El exquisito Andante presenta un tema tranquilo y lírico en el piano que se extiende a lo largo de los primeros 34 compases del movimiento antes de que un cambio a tresillos introduzca el segundo tema en un inusual unísono entre el segundo violín y la viola. Cuando vuelve el primer tema, pasa del piano a las cuerdas.

Con sus inquietantes síncopas y pizzicatos de contrabajo en el violonchelo, la apertura del scherzo casi suena como surgida de la era del jazz. El posterior tema de ritmo punteado contrasta agradablemente sin perder vitalidad rítmica y se transforma dramáticamente en una marcha triunfal. El material más lírico del trío se deriva ingeniosamente de este tercer tema.

La introducción lenta y muy cromática del final se basa en entradas fugadas que esbozan conmovedoramente una 9ª menor. La parte principal del movimiento es formalmente libre, estableciendo dos temas contrastantes -una danza folclórica que aparece primero en el violonchelo y un tema cromático más sostenido- que se alternan y finalmente se unen en el cierre de este impresionante quinteto.

-Notas del programa de Jon Kochavi